El deporte sigue ganando músculo en España, tal como demuestra el último Anuario de Estadísticas Deportivas, elaborado por el Consejo Superior de Deportes (CSD).
Hay más ciudadanos haciendo ejercicio y más empresas y trabajadores en el sector. Es algo que se percibe y se respira.
Como cada edición, el Anuario incluye datos valiosos, pero en esta última entrega buena parte de ellos hacen referencia a 2023, a pesar de que ya estamos a mitad de 2025. Este desfase no es anecdótico: es un reflejo de una carencia estructural. La falta de información actualizada afecta a empresas y profesionales, que encuentran más dificultades a la hora de tomar decisiones estratégicas con rigor.
La CNAE del deporte, una asignatura pendiente
Coincidiendo con esta publicación, conviene recordar que también es esencial reestructurar la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE) aplicada a las empresas del sector. A principios de año, el Gobierno aprobó una nueva versión de la CNAE sin atender las aportaciones del propio ecosistema deportivo.
Consejo Colef, Fagde y Aeesdap habían planteado una propuesta para mejorar el encaje estadístico del deporte, incorporando actividades clave como la educación físico-deportiva o la gestión pública de instalaciones. Sin embargo, esta fue ignorada, lo que supone un grave error.
El resultado es que seguimos -y seguiremos- clasificando el deporte con criterios desfasados. Las empresas deben adaptarse a epígrafes pensados para realidades que ya no existen, y las estadísticas oficiales apenas distinguen entre subsectores, modelos de gestión o perfiles profesionales.
El deporte estatal avanza sin herramientas modernas
El deporte necesita datos más claros y segmentados, porque crecer no es suficiente: hay que medir bien. Muchas veces parece que el sector debe justificar constantemente su peso económico y social, cuando lo que realmente falta es una herramienta moderna que lo evidencie con claridad.
El deporte estatal avanza con paso firme, pero sus herramientas de medición no le siguen el ritmo. Mientras no se actualice la CNAE ni se acelere la producción de datos, seguiremos hablando de su potencial sin poder demostrar, con números certeros, su auténtica dimensión.
